Proyecto Diana: Rebotando ondas de radio en la Luna

Camp Evans, Nueva Jersey.

Alrededor del mediodía del 10 de enero de 1946, un potente pulso de ondas de radio se disparó hacia el cielo desde una enorme instalación de radar en Camp Evans, en el municipio de Wall, Nueva Jersey.

A diferencia del movimiento de barrido del radar tradicional utilizado para buscar aviones enemigos, este haz estaba perfectamente enfocado y apuntaba a una pálida esfera que se alzaba sobre el horizonte oriental: la Luna.

Los pulsos, transmitidos a una velocidad de uno cada cinco segundos, se dirigían hacia el objetivo luminoso a una asombrosa velocidad de 299.000 kilómetros por segundo, atravesando la ionosfera y adentrándose en el vacío desconocido más allá de la atmósfera terrestre.

En una pequeña caseta cerca de la base de la torre de antena, un equipo de ingenieros esperaba con la mirada fija en la pantalla de un osciloscopio de 23 cm. En ese momento, apareció un pequeño pico: la señal inequívoca de que un pulso de radar había rebotado con éxito en la superficie lunar.

Esta asombrosa hazaña se repitió casi a diario durante los meses siguientes, demostrando sin lugar a dudas que las ondas de radio podían penetrar la ionosfera y reflejarse en la Luna.

Este experimento, conocido como Proyecto Diana , marcó el inicio de la astronomía de radar. También fue un paso fundamental hacia las comunicaciones espaciales y sentó las bases para el futuro del programa espacial estadounidense.

Sin embargo, el Proyecto Diana no comenzó como una aventura astronómica o de exploración espacial: fue una iniciativa militar.

Poco después del final de la Segunda Guerra Mundial, los líderes militares estadounidenses encargaron al Cuerpo de Señales del Ejército la investigación de las capacidades del radar de largo alcance. Su principal preocupación era si dicho radar podría utilizarse para detectar misiles balísticos entrantes. La devastación causada en Londres por los cohetes alemanes V-1 y V-2 aún estaba presente en sus mentes, y estaban decididos a evitar una destrucción similar en el futuro.

La tarea fue asignada al coronel John DeWitt y a su equipo en el Laboratorio de Señales Evans en Belmar, Nueva Jersey. La misión de DeWitt era determinar si las ondas de radar podían penetrar la ionosfera terrestre, un requisito crucial, ya que los misiles de largo alcance atravesarían esta capa atmosférica en su camino hacia sus objetivos. Sin la capacidad de «ver» a través de la ionosfera, la detección temprana y el seguimiento de los misiles entrantes serían imposibles.

DeWitt necesitaba un objetivo fuera de la ionosfera terrestre para rebotar la señal. Con satélites artificiales aún a más de una década de distancia, eligió el cuerpo celeste más grande y cercano a la Tierra: la Luna. Llamó al programa Proyecto Diana, en honor a la diosa romana de la Luna.

En el otoño de 1945, DeWitt reunió a su equipo, que incluía al científico jefe E. King Stodola, Herbert Kauffman, Jacob Mofenson, Harold Webb y el renombrado matemático Walter McAfee. Con recursos y tiempo limitados, no se intentó diseñar nuevos componentes específicamente para el experimento. En su lugar, el equipo modificó el equipo de radar ya disponible en Camp Evans, utilizando un radar SCR-271 muy modificado como transmisor. El transmisor de radar original, de 3 kilovatios, se mejoró para producir una potencia de 50 kilovatios. Mediante el uso de una antena de alta ganancia, la potencia radiada efectiva se incrementó a aproximadamente 10 megavatios.

Fuente y resto del articulo: https://www.amusingplanet.com/2025/08/project-diana-bouncing-radio-waves-off.html

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Categorías:Ciencia

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